"El blanco postizo, adulterino y prostituto...", la opinión del profesor Jesús Majada

El profesor de Literatura Española, Jesús Majada Neila, ha publicado en su página de Facebook un interesante artículo de opinión sobre el enfoscado blanco que ha pervertido los alrededores de la Torre Vigía de nuestra urbanización. Dado el interés del artículo, lo transcribimos literalmente a continuación:



Hoy llegué a Torremuelle, atalaya en el mar sobre humillada peña. Fue en una caminata dispar, con el enfadoso tráfico que trepidaba a mi derecha, mientras la placidez del sol y el mar me aquietaban por la izquierda. Sólo cuando llegué a sus inmediaciones vi su silueta asfixiada entre una maraña de apartamentos que pugnan por escalar el mogote. Pasé de largo y anduve unos kilómetros. De regreso, me fue imposible avistarla en la distancia: un indecente bloque de viviendas impide cualquier posibilidad de contemplación; para vislumbrarla un poco tuve que saltar la valla de la carretera y acercarme hasta el borde mismo del acantilado.
¿No habéis sentido a veces una íntima desazón, un callado disgusto que crece y crece hasta convertirse en irritación reprimida, cuando observáis la incuria y la ineptitud con que nuestros gobernantes han tratado nuestro patrimonio?
Algo de eso experimento cada vez que me acerco a Torremuelle. Subí hasta la alto por unas escaleras que parecen no tener salida. Pero nada más coronar el teso, de inmediato se ofrece su enhiesta figura, ahora en toda la reciedumbre de sus piedras seculares; y tras ella, el anchuroso azul en lontananza. Por un momento, largo momento, me olvido de quienes dieron licencia para construir la abigarrada abejera del contorno y, ante el mar sin límite, no puedo sino pensar en la nobleza y robustez de esta almenara, testigo del trasiego, los afanes y el llanto eterno que han vertido allí cien pueblos, de Algeciras a Estambul…
Algo espurio que chirría ante mis ojos me devuelve a la realidad cercana: es el blanco postizo, adulterino y prostituto con que han envilecido los muretes de los bancales que descienden por la ladera. Hace ya varias décadas se acondicionó el entorno en consonancia con la torre: eran muros de mampostería que recientemente han sido endulzados de azúcar glass. Pregunto por lo sucedido, y me dicen que el dueño del bar aledaño a la torre ha invadido terreno, cerrado accesos y pintado muros públicos a su antojo y sin licencia. El aspecto no puede ser más pervertido: un blanco de feria, de algodón de azúcar, de nata pastelera y merengue empalagoso campea donde antes se asentaban el ocre de la torre y el ocre de la tierra.
Es la coronación de la ignorancia y el mal gusto; es el no saber que cada cosa debe estar en su sitio, y cada color en su lugar: el blanco en el Albaicín y el rojizo en la Alhambra; blanco en las casas de los pueblos blancos, pero jamás en sus castillos. ¿Imagináis un ancho zócalo encalado bordeando la Alcazaba y Gibralfaro? Me vienen a la mente ciento y un alcázares andaluces (Almodóvar, Baños de la Encina, La Hiruela, Iznájar, Montefrío…): ninguno de ellos ha sido corrompido con faldones, ninguno degradado con impúdicas cenefas. ¿Por qué lo han hecho con nuestra torre, que, aunque humilde, se tiene bien ganado el respeto de los siglos?
¿Dónde está la autoridad municipal, que consintió el atropello? ¿O pertenece también al coro de papanatas que boquiabren ante el pintorreo? Hay quienes se rinden a esta nueva estética de lo falso, lo superficial y lo fofo, que pomposamente denominan glamour. Y, sin embargo, no es más que esnobismo: quizás venga al caso recordar que la palabra “snob” proviene de la abreviatura latina “s. nob.”, es decir, “sine nobilitate”, sin nobleza; y que se aplica a la persona que imita con afectación las maneras, gustos y opiniones de aquellos a quienes considera distinguidos o de clase social alta, para aparentar ser igual que ellos.
En el entorno de Torremuelle todo es esnobismo. La consumación de este despropósito se encuentra en el nombre del restaurante: BLANKKO, con doble K, por si el palabro rechinara poco. “Sine nobilitate” o, como diríamos más coloquialmente, catetismo de playa.
En fin, a mí dadme el discreto color, la humilde y fibrosa compostura, el donaire y el porte centenarios de nuestra Torre del Muelle… que el Blankko Nuclear lo echo en la lavadora.
Jesús Majada Neila



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2 Comentarios

  1. esto es el principio de la majaderia urbanistica,ahora se dan cuenta que los apartamentos no pintan nada,alrededor de la torre,seria más sensato indenizarlos y tirarlos,regenerar la zona ,sería lo sensato,pero NO esto es España de pandereta y castañuelas con sus respectivos gobernantes de tres al cuarto,lo malo que dentro de 15 años quizas cuando acabe esta crisis los majaderos politicos y constructores empezaran a comprar villas para levantar bloques de pisos,10 alturas 4 manos,negocio redondo,con vistas al mar,colegio y tren de cercanias,todo muy bonito en los folletos de la inmobiliarias,PERO BENALMADENA COSTA AL CARAJO,Torremuelle quedara en el recuerdo de las fotos y en la ignorancia de sus gentes, por un mendrugo de apartamento y un pequeño taco como dicen los catetos,en el bolsillo y esto no es centenario esto es modernismo de los tontos del cemento

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  2. se acuerdan ustedes que Torremolinos es la cuna del turismo español,que hemos aprendido de todo esto,una hilera de hoteles,en primera linea con un maravilloso paseo,pero NADA MAS,el resto de ciudad un desastre urbanistico,sin conocimiento de planificación,solo basta ver el dia que llueve,si pueden caminar por las calles sin mojarse los pies,el alcantarillado es penoso y como eso va el resto,espero que esto no suceda en Benalmadena Costa,que nuestros politicos tengan cordura y no se dejen influenciar por el vil metal,que sigamos siendo un referente urbanistico de calidad con el entorno,sin perder la esencia,que no tenga que resurgir un movimiento écologista,para negarnos a ser una urbe de cemento

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