Tras las protestas de la Asociación de Vecinos de Torremuelle en las redes sociales, el Ayuntamiento retira el parque infantil que ocupaba la zona protegida de la Torre Vigía de Puerto Marina


Según publica Diario Sur, el Ayuntamiento de Benalmádena ya ha retirado el parque infantil desmontable ubicado en la explanada de acceso al Puerto Deportivo, que ocupaba una zona protegida, según la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía. La instalación, compuesta por camas elásticas y un castillo hinchable, se encontraba a menos de cincuenta metros de la Torre Bermeja, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 1985, como recoge el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. La normativa establece un entorno mínimo de protección de cincuenta metros en torno a este tipo de monumentos, una distancia incumplida durante semanas por el parque infantil, cuya instalación fue autorizada por el Ayuntamiento.


Tras las protestas de la Asociación de Vecinos de Torremuelle, la concejala responsable de Puerto Marina, Encarnación Cortés, solicitó permiso a la Consejería de Cultura para que la instalación permaneciera en la zona hasta septiembre, cuando finaliza el contrato con la empresa, especializada en la gestión de actividades de ocio. Cortés alegaba que el parque fue trasladado de su ubicación inicial, junto al centro comercial del Puerto, hasta la entrada al recinto portuario por el interés de dos franquicias en alquilar los locales situados frente a esta instalación infantil, que obstaculizaba la visión de sus escaparates. La gerencia del centro comercial notificó este problema y desde el Puerto propusieron el espacio colindante a la Torre Bermeja «al desconocer» que se trataba de una zona protegida. La Consejería, sin embargo, rechazó la solicitud presentada por el Ayuntamiento, que finalmente se ha visto obligado a retirar la instalación.

El asunto ha sido trasladado a varias sesiones plenarias por Vecinos por Benalmádena, que cuestionó los criterios elegidos para la nueva ubicación, y por el PP, que criticó «el impacto visual» que la instalación ejercía sobre la entrada de la marina benalmadense. El estado de las otras dos torres vigía de Benalmádena no es mucho más alentador. El caso de la Torre del Muelle, también conocida como Torremuelle, ha llegado incluso a la Fiscalía después de que el propietario del restaurante colindante mandara construir una jardinera, un muro y varias estancias, además de pintar de blanco algunas piedras «para dar un aire ibicenco» a la zona, protegida por la cercanía del BIC. Tras años de lucha administrativa y vecinal, y desestimadas las alegaciones presentadas por la empresa, el Ayuntamiento exigió el año pasado el inicio inmediato del procedimiento de reposición del entorno, pero ni el muro ni la jardinera han sido aún demolidos.
Tampoco la Torre Quebrada, con parte de su vallado de seguridad roto y rodeada de maleza, presenta el mantenimiento necesario para su puesta en valor. Al mejorable estado de estos BIC se suma la falta de inversión y de mantenimiento de los yacimientos arqueológicos, convertidos en improvisados vertederos.




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