En
2002, se documentó en la ladera de un cerro que desciende hasta una pequeña
vaguada, junto al margen derecho de un pequeño arroyo, restos constructivos de
mampostería y signinum así como algunos fragmentos cerámicos de la época.
Las
intervenciones arqueológicas se emprendieron con motivo del proyecto de
ejecución de un vial de acceso en dicha zona; así, se pusieron al descubierto
los restos constructivos de la pars
rústica de la villa: un complejo industrial
constituido por un total de diecinueve piletas dispuestas en batería con
orientación norte-sur a lo largo de 50 metros y una habitación anexa por el
lado norte.
Estas
construcciones, en líneas generales,
presentaban un buen estado de conservación, aunque actualmente se encuentra
totalmente abandonados.
Primeros momentos de la ocupación de la villa romana de Torremuelle. Siglo I d.C.
Según los estudios realizados por varios arqueólogos en
Torremuelle, ha permitido conocer la
evolución de las Cetariae en el ager de Benalmádena Costa, durante
el Alto Imperio, constatando una casi permanente explotación de los
recursos marinos. Constituye pues un claro ejemplo de cómo este tipo de
producciones resultan determinantes para la evolución económica de
las poblaciones costeras de la Bética.
Los
restos hallados en esta excavación, al encontrarse en una situación cercana al
mar y en una zona privilegiada para la fabricación de salazones y derivados, e
iniciar así las rutas comerciales para su exportación, han resultado de enorme
interés para completar dichas investigaciones, sobre todo en el ámbito
socioeconómico.
Esta
factoría, probablemente integrada en un comercio floreciente en los primeros
siglos del imperio, además de abastecer las necesidades de la villa exportó el
preciado producto en ánforas fabricadas para este fin. Todo parece indicar que,
en la segunda mitad del siglo I d.C. atravesó por momentos de dificultad o
sufrió un abandono repentino por causas que aún se desconocen.
De
todo ello se podría inferir que, los primeros momentos de ocupación de la villa
romana de Torremuelle, de la que se tiene constancia a través de algunos restos
y noticias antiguas, estuvo vinculada a la producción de salazones y sus
derivados hasta bien entrado el siglo I d.C.
Estas
construcciones fabriles, con evidentes relaciones tipológicas con otros
conjuntos conocidos en la Mauretania Tingitana, siguieron unos patrones de
asentamiento. La pars rústica se
instaló junto a un pequeño arroyo que debió proveerles de agua dulce para la
limpieza del pescado; asimismo se ubicaron junto al mar para abastecerse de
materia prima (pescado) y sal (necesaria para la maceración de los productos);
del mismo modo, este enclave situado frente a un pequeña ensenada o puerto
natural podría haber facilitado el embarque y desembarque de los productos que
llegaban a la zona. En esta línea de investigación, un dato a tener en
consideración es el hallazgo de dos ánforas altoimperiales destinadas
probablemente para contener garum en
las aguas cercanas a esta ensenada.
Descripción del yacimiento.
Hay
constancia de que en este enclave se desarrollaron importantes actividades
industriales relacionadas con la elaboración de salazones y salsas de pescado o
liquamen entre los que el garum gozó de gran fama en todo el
mediterráneo y fue considerado como un recurso fundamental para la economía de
la Baetica.
A
través de los restos arqueológicos encontrados en Torremuelle, tales como las
estructuras murarias, el material
cerámico y los restos orgánicos, se ha podido determinar el tipo de producto
elaborado y la duración de dicha actividad en este enclave.
Durante
el desarrollo de la excavación arqueológica, las estructuras evidenciaban la
localización de un centro donde se desarrollaron actividades fabriles
relacionadas con la explotación de los recursos marinos mientras que, el
conjunto de ánforas halladas in situ, además de corroborar el tipo de actividad
desarrollada, aportaban datos cronológicos y, con el abandono de éstas, la duración
de la factoría. Así pues y a tenor del material arqueológico exhumado, se
interpreta que este centro inició su actividad en época augustea y sufrió un
abandono en la segunda mitad del siglo I d.C.
Las
piletas aparecidas lucen revestimiento de opus signinum para hacerlas impermeables. Salvo la pileta central del
conjunto, el resto de las piletas presentan las mismas dimensiones, casi
cuadrangulares (2,00 m x 1,80 m y una profundidad aproximada de 2,00 metros.
Tradicionalmente se han asignado las piletas de mayor tamaño para la
elaboración de salazones y las más pequeñas para el garum; partiendo de esta premisa, barajamos la hipótesis de que, en
esta fábrica, se elaboró liquamen en
mayor proporción siendo utilizada únicamente la pileta central para salazones.
Esta simple suposición podría ser corroborada por el hallazgo en la pileta 12
de restos de garum en el interior de una Beltrán II B y un dolium ansado de pequeñas dimensiones.
FUENTE: GONZALO PINEDA DE LAS INFANTAS BEATO, JUAN
LUIS PUERTO FERNÁNDEZ, MIGUEL VILA OBLITAS, RAFAEL DORADO CANTERO (2004):
"Actividad arqueológica preventiva
en la factoría de salazones de Torremuelle (Benalmádena Costa, Málaga)" en
ANUARIO ARQUEOLÓGICO DE ANDALUCÍA 2004, Vol. 1, 2009, ISBN 978-84-8266-853-6,
págs. 2481-2488
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